Se suele mencionar al “ojo del huracán” como la zona de relativa calma, en torno a la cual giran las nubes que conforman la gigantesca estructura ciclónica. Como venimos desarrollando en emisiones previas del “Weekly Global Outlook”, teniendo en cuenta la historia de los “tightening” de la política monetaria de la Reserva Federal, era de esperar que las tensiones financieras ganaran espacio en los títulos de los medios informativos.
Históricamente, las crisis comienzan en negocios que no concentran la mayor participación del mercado, pero como han señalado los galardonados por el premio Nobel de Economía de 2022, es crucial que estos problemas se solucionen rápidamente, para evita que las tensiones financieras puedan escalar y poner en duda la salud del sistema.
En ese sentido, como resaltó recientemente Jerome Powell, para evitar el escalamiento es que justificó la rápida acción de la Reserva Federal, junto con el Tesoro y el FDIC, para implementar el BTFT para complementar el esquema vigente del seguro del FDIC y proveer liquidez a los bancos en situaciones apremiantes.
Si bien la crisis ha dejado de escalar, se detectan drenajes de depósitos desde instituciones más pequeñas hacia las más grandes. Los niveles de volatilidad en el mercado de deuda se mantienen, así como también el afloramiento del riesgo crediticio. Por lo tanto, como venimos planteando desde comienzos de año, seguimos sugiriendo ser cautos con la calidad crediticia y “duration” de los portafolios de deuda.
Con respecto al S&P500, no debemos descartar que el mismo podría volver a los mínimos del año pasado, pero quizás el 13 de octubre del 2022 haya sido el punto de inflexión entre el canal bajista del año pasado y una nueva etapa de recuperación. Desde el punto de vista de la estrategia sectorial, en la medida que el 2023 sea un período de transición entre la desaceleración del 2022 y la potencial recuperación del 2024, debería prestarse atención a los sectores relacionados con “growth”.